Cómo viajar en una caravana ha cambiado mi forma de querer vivir en el mundo.
Cuando todo el mundo en la oficina hablaba de Marie Kondo yo descubrí a José Díaz.
“100 días de soledad” es un corto de este empresario amante de la montaña y de la fotografía, que pasó 3 meses en una cabaña del Parque Natural de Redes.
Un trabajo donde José nos enseña este paraíso asturiano y como va cambiando con el paso de las estaciones. Nos muestra su día a día, como se adapta al entorno y se nutre de él, pero también su lado más íntimo, sus pensamientos, sus emociones, sus miedos y sus conquistas.
Algunas de las conclusiones que extrae tras su experiencia son:
- “A una persona en activo no le aguanta el cuerpo si no tiene un contacto mínimo con la naturaleza. Es una válvula de escape”
- “No conozco ninguna persona a la que le guste la naturaleza que no sea buena gente; algo tiene la Naturaleza que le influye positivamente al ser humano”.
- “Vivimos con mucho más de lo que necesitamos”
Mi vida en la caravana dista mucho de la gran proeza de este hombre al que admiro. Pero vivir en la latita, como llamamos a nuestro hogar, no sólo ha hecho que me indentifique un poco más con José Diaz, sino cambiar completamente la forma en la que quiero enfrentarme al mundo.
Mucha gente no entiende cómo podemos vivir aquí y yo sinceramente estoy enamorada de este modo de vida y de todo lo que nos está enseñando.
Hoy intentaré explicarte cómo es mi vida en la latita y por qué me ha cambiado tanto. No con la idea de demostrarte que es la mejor opción, sino para que me conozcas un poco mejor y quizá llegues a entenderme.

Desde que llegué a Madrid con 18 años hasta mis 38 actuales, he vivido en 11 sitios diferentes, y si contamos la latita, 12.
Los cambios llegaron porque sí, porque era momento de cerrar etapa, porque lo que hoy funciona y sirve, puede que mañana no.
Tanto ir y venir ha tenido consecuencias muy favorables:
- Aprender a convivir, a adaptarme, a escuchar, a empatizar y a tener una mente más abierta.
- Dejé de darle importancia a lo material, al piso en sí, a los muebles, o a estar en el barrio adecuado.
- Gracias a tanta mudanza he acumulado menos pertenencias que la media de los mortales. Sólo en esos momentos te das cuenta de la cantidad de cosas inservibles que acumulamos.
El inicio del viaje #hacialosalvaje suponía la mudanza y el cambio más complicado que he hecho hasta el momento. Había que pasar de un piso de dos habitaciones y un trastero a una caravana. Un intensivo de minimalismo forzado.
Empecé a apartar todo aquello que no usaba en el último año y me deshice de ello. Mucho lo tiré, otro tanto lo regalé, también doné y lo demás fue a parar al Wallapop o similar. En menos de un mes ya me había desprendido del 70% de mis pertenencias.
Aun así, he tenido que dejar alguna caja en casa de gente de confianza. En la latita nos hemos traído lo que considerábamos imprescindible para el viaje. ¿Y de qué se trata? Voy a intentar resumírtelo:
- Ropa: prendas de montaña y ciclismo junto con unos vaqueros y un jersey.
- Material técnico: crampones, piolets, bastones, las dos bicicletas, herramientas o la bomba de hinchar.
- Dormitorio, un par de juegos de sábanas y toallas, una mantita finita y un nórdico.
- Cocina: una sartén, una sopera, la lekue, 2 tazas, 2 vasos, 2 bols, la cafetera y el espumador de leche (sí caprichazo lo sé, pero nos encanta la espumita en el café)
- Baño: cepillo de dientes, colonia, crema, gel, champú, una barra de labios y máscara de pestañas.
- Despacho: ordenadores, móviles, ebooks, GPS, diario y calendario del viaje, 2 cuadernos, varios bolígrafos y los auriculares con micrófono para los podcast.
- Terraza: 1 mesa y 2 sillas plegables.

No es mucho pero después de casi 3 meses puedo asegurarte de que podríamos aligerar mucho más. Los vaqueros me los he puesto una vez, me he traído demasiadas camisetas y no he usado ni la barra de labios, ni la máscara de pestañas.
Si te digo la verdad no echo de menos nada y ni siquiera me acuerdo de lo que hay en esas cajas que dejé en Madrid.
Y quizá estés pensando que igualmente es un espacio minúsculo para vivir dos personas y sí, quizá tengas razón. Yo no me veo en Madrid viviendo en un habitáculo de 6 metros de largo y 2.30 metros de ancho.
Pero en lo salvaje no hay barreras entre la puerta de la vivienda y el exterior. ¡Tengo el mayor jardín del mundo!
Cuando ya no puedo estar más ahí fuera entro a nuestro hogar, una casa que ha recorrido más de 10.000 km donde todo permanece como siempre.
No sé dónde terminaré en unos meses, pero no quiero volver a inundarme de más cosas. Me encanta vivir ligera porque sé que en cualquier momento puedo coger mis cosas y largarme donde me dé la gana.
Hay millones de sitios maravillosos para vivir, ¿por qué tengo que elegir uno? Quiero ser dueña de mi destino, no quiero que las cosas me sepulten en un lugar, ¿me explico?
Este minimalismo lo hemos llevado más allá. Empecemos por las relaciones sociales.
Pasan los días y prácticamente estoy sólo con Jose. Con tantas horas juntos sólo había dos opciones: confirmar que es el hombre de mi vida o mandarnos a la mierda (con perdón). Por suerte ha sido lo primero.

Echo de menos a mi familia y a determinadas personas, pero sólo unas pocas, no a la cantidad de gente con la que me sentía en la obligación de estar en contacto cuando estaba en Madrid.
Sin querer me obligaba a tener una vida social más extensa de la que podía abarcar y eso me generaba cierto grado de asfixia.
Otro punto reseñable es que hemos eliminado todo el ruido que había a nuestro alrededor. Y cuando digo ruido hago alusión a los 5 sentidos.
Vivir en contacto con la naturaleza hace que no recuerde cuando fue la última vez que vi una valla publicitaria o un anuncio en la televisión.
No leemos las noticias, ni oigo a la gente quejarse en la máquina del café, no me empujan en el ascensor, no trago humo, no sé qué hora es y no suena el despertador.
Estoy aprendiendo a meditar, a escucharme, a sentir el entorno donde estoy, ando descalza y sin sujetador. Estoy haciendo lo que quiero, lo que me sale de dentro, no lo que el ruido de ahí fuera dice que tengo hacer o ser.
Es curioso, pero en Madrid iba corriendo de un lado para otro, haciendo mil cosas a la vez y ahora, cuando estoy más serena, más tranquila, es cuando más productiva y enérgica me siento.
Y llegado a este momento sólo me queda pedirte perdón y darte las gracias.
Ha salido un artículo que quizá haya sido más útil para mí que para ti. No me había dado cuenta de todo este cúmulo de sensaciones hasta que no me he puesto a contártelo.
Perdón por la chapa y gracias por escucharme.
Otros artículos que quizá te puedan interesar:
– ¿No encuentras compañía para practicar deporte al aire libre? 11 trucos para no quedarte en casa.
– 5 claves para dejar de ser una Super Woman y empezar a cuidarte.
Ana, me ha encantado el artículo, en muchas de las frases me veo identificada, como en el tema de la afixia, ir corriendo a todo, acumular cosas inservibles… y por otro lado me da mucha envidia sana tu forma de vida, disfruta al máximo, habeis sido muy valientes de tomar esta decisión y hacer de vuestra vida «vuestra», un abrazo!! (yo seguire aqui de momento leyendo tus articulos y escruchando tus podcast)
Muchas gracias Marta. La sociedad en la que vivimos nos empuja a vivir de manera acelerada, no nos damos cuenta y vamos corriendo de un lugar para otro y creando unas necesidades que en el fondo no tenemos. Si te digo la verdad no sé si somos valientes o no, lo único que sé es que esta aventura me estaba quemando por dentro, tenía la necesidad de materializarla porque sino iba a explotar. De momento no me arrepiento de nada, y no creo que lo haga, pero también te digo que estamos aprendiendo mucho sobre como manejar la incertidumbre de lo que está por llegar. Besos y ¡pedales!
Me gusta mucho como escribes y lo fácil que parece poner palabras a lo que sientes. Muy positivo todo y muy bonito.Sigue escribiendo que lo haces muy bien.😜😜
Muchas gracias Humy. Me alegra mucho saber que al otro lado hay gente que le gusta leer lo que escribo, sobre todo cuando se trata de algo tan personal. Este artículo ha salido de dentro, una reflexión que me ha servido para detenerme a pensar sobre todo lo que estamos viviendo. Lo quería compartir por si es de utilidad para alguien más. Creo que muchas veces vamos tan deprisa por la vida que no nos paramos a analizar que es lo que nos está lastrando. Muchas gracias de nuevo por tu comentario. 🙂